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Congestión circulatoria en una de las entradas a Madrid (EFE) |
Los buenos resultados de los Verdes
franceses este fin de semana, acompañados de la inmediata reacción del presidente de la República,
Emannuel Macron, que ha prometido ser más ecologista que nadie y ha puesto
sobre la mesa 15.000 millones para Transición Ecológica, me ha devuelto a la
iniciativa que se conoció hace unos días del Gobierno Sánchez para echar una mano al sector
del automóvil en nuestro país y que, de momento, parece paralizada. Estaba
previsto incluir las nuevas ayudas en el Consejo de Ministros de ayer pero, finalmente,
quedó fuera, aunque se ha anunciado que se aprobará en 15 días.
La propuesta que se conoce del futuro Plan Renove
es un indicio de que, en lo económico, la nueva normalidad va camino de
parecerse mucho a la vieja. Que el primer paso que se le ocurre al Gobierno
para reactivar el tejido productivo sea ese nuevo plan pro-automovil y que se
subvencione la compra de coches contaminantes es una señal evidente de que no
hemos entendido nada; o mejor dicho, que hayamos entendido algo o no, el poder
económico, cortoplacista y depredador, sigue al mano gobierne Rajoy, Sánchez o
quien sea.
El Gobierno propone la movilización de
1.000 millones de euros destinado a la compra de vehículos, aunque el paquete global va más allá. Un 10% escaso
corresponde al Ministerio de Transición Ecológica para la adquisición de lo que
se conoce como “coches limpios”, que es mucho decir. Por tanto, el grueso del Plan es
seguir como siempre ya que incluso se financia la compra de coches que
contaminan por encima de las peores previsiones europeas.
Parece que el gobierno y la ministra Ribera
han dejado para mejor ocasión, siempre es así, la búsqueda de alternativas a la
movilidad insostenible, la que multiplica las emisiones, la que se ceba en
nuestra salud. Ni las declaraciones de
emergencia climática parecen servir para acelerar los tiempos. Mucha emergencia
en los discursos, todo parsimonia en las acciones.
El gobierno lanza un pésimo mensaje contra el
que será preciso seguir trabajando: les sigue importando más la presión a la
cual les someten los grandes lobbies empresariales que la vida de nuestros
hijos; el dinero antes que las personas. Así estamos.
Era el momento de empezar a marcar otro
camino. Liderar socialmente es eso: recoger las necesidades, conectar con las
demandas de la base de la ciudadanía, con el interés general, marcar una nueva
hoja de ruta y compartirla con el conjunto de la sociedad.
Parece que vamos camino de desaprovechar la
posibilidad de comenzar a dirigir las grandes inversiones hacia nuevas maneras en la movilidad, hacia el refuerzo del transporte público, hacia la
desmotorización de los desplazamientos.
No nos engañemos, en el manoseado concepto de
la sostenibilidad también hay negocio. Lo digo por quienes pretenden hacer ver
que cualquier cambio hunde la economía. Hay negocio y, claro está, lo harán los
grandes poderes económicos de siempre, aceptemos eso. De lo que se trata es de
intentar que el nuevo modelo sirva para reducir la desigualdad y que no sea a
costa de nuestra salud. Así de simple. Pongamos el dinero público al servicio
de las personas y no de los negocios. No vale usar los puestos de trabajo del
sector del automóvil como escudo humano. La Transición Ecológica es obligatoria
y puede ser justa. De hecho, lo será si, en lugar de subvencionar el pasado se
invierte en futuro.
Y dicho esto, menos lobo con el tema “Plan
Renove”. Los estudios muestran que no pasan de ser respuestas urgentes ante las
presiones empresariales. Pan para hoy y hambre para mañana. Las subvenciones
adelantan las compras pero no las amplían. Los nuevos vehículos no contaminan
menos porque se usan más. El vehículo privado vuelve con fuerza porque la
crisis sanitaria ha generado miedo al transporte público, y eso durará un
tiempo. El “Plan Renove 2020” es una simple subvención a la industria, sin
obligarla a reconvertirse ni ser menos contaminante. En cuanto a los precios,
hay ayuda de la administración pero no de la industria. Las marcas subirán los
precios en la misma medida que tengan de comprometerse con descuentos
posteriores. Siempre ha sido así. Y cuando les convenga, nada de todo esto para
ni sus cierres, ni sus deslocalizaciones.
1 comentario:
Efectivamente, el capital y los poderes económicos, se ciscan en el bien común, el cambio climático y en lo que haga falta, y el gobierno les aplaude con las orejas al tiempo que destroza nuestra ilusión de un viaje a unmundo nuevo y libre de contaminación
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