Se lo escuché hace
ya bastantes años a José Luis Sampedro. Decía, más o menos, “el “Sistema” es
imbatible, te amenaza con matarte y luego acabas dándole las gracias cuando
solo te corta un brazo”. Una sensación parecida me queda después de ver los
resultados de las elecciones del domingo. Nos asustaron tanto con la llegada de
la ultraderecha al poder que solamente haber evitado esa circunstancia ya
parece un éxito absoluto de la izquierda y el progresismo.
Aquel día Sampedro
hablaba de que el miedo es el gran aliado del “Sistema” para ganar siempre. El
miedo, recurrentemente el miedo. El objetivo del temor varía. Ahora es la
irrupción de la extrema derecha. Antes habían sido los inmigrantes, la
intervención europea o las pensiones en peligro. Lo van combinando según
necesidades y destinatarios.
Pero votar con miedo
tiene sus consecuencias, más allá de que, en un primer momento, se pueda sentir
el alivio de haber conjurado el peligro. Y esas consecuencias completan el mapa
del funcionamiento del “Sistema” al que se refería Sampedro. Vamos a dar por
bueno que el domingo se le cerró el paso a la extrema derecha. Vale, ha perdido
la extrema derecha. La pregunta es, ¿y quién ha ganado? El PSOE, claro. Y
Ciudadanos, ¿no? Aunque no gobierne. ¿O sí gobernará?
Pues no, parece que Ciudadanos
no estará en el gobierno pero tampoco parece que vaya a tener mucho que decir
Unidas Podemos pese al ofrecimiento de Pablo Iglesias. Todo apunta que el PSOE gobernará
en solitario. 123 diputados y diputadas pueden ser suficientes. Suficientes
para ganar la investidura y hacer ese ejecutivo con “independientes de
prestigio” que es lo que siempre se ha denominado “un gobierno de técnicos”. ¿Y
suficiente para qué más? Pues para sacar adelante, con lo votos de Ciudadanos y
demás señorías de orden, las leyes de carácter económico que favorezcan a los
poderosos, esos que están acostumbrados a mandar gane quien gane las elecciones,
y que ya han avisado de que nada de riesgos y ocurrencias. Y suficiente también,
claro, para, de tanto en tanto, y tocará aplaudir, aprobar con Podemos avances
de carácter social.
Es decir que,
oficialmente, este domingo en las urnas perdió la derecha y ganó la izquierda
pero en los próximos tiempos en el BOE mucho me temo que se seguirá escribiendo
con la derecha.
O sea, lo de
siempre. Un “deja vu”. El papel que durante años y años desempeñaron los
nacionalistas vascos y, sobre todo, catalanes, ahora lo hace Ciudadanos. Qué cosas,
¿verdad? Pero ya lo dijo Josep Oliu, el presidente del Banc de Sabadell,
“necesitamos un Podemos de derechas”. Así que Ciudadanos, presente. Es más, ya
tiene a su “podemos de derechas” con más votos que el Podemos original.
Para completar el
escenario, el ruido, como no, lo provocará el conflicto territorial, el “procés
català”. La derecha, ausente de los territorios con amplia demanda de
independencia, se batirá con denuedo y sin vergüenza para alimentar los más
bajos instintos de la ciudadanía al grito de “Santiago y cierra España”. La
distracción será Catalunya mientras la realidad de la gente estará en una
economía depredadora del planeta y de las personas en la que nadie reparará. La
mayoría seguirá mirando allá donde no pasa realmente nada mientras una minoría
predicará en el desierto que lo importante son las desigualdades, el cambio
climático, la salud y una democracia real. El modus operandi de los trileros:
distracción y trampa. Luego el miedo a lo que el “Sistema” decida que debemos
temer hará el resto. Lo decía muy a menudo Eduardo Galeano: “somos gallinas que
lo único que elegimos es la salsa con la que se nos comen y nos creemos que eso
es la democracia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario