En la presentación como candidato junto a Beatriu Gascó y Rubén Martínez Dalmau (Foto: Podem)
Dejadme que lo
diga claramente desde el comienzo: creo que la posibilidad de que el País Valencià tenga
un Gobierno de izquierdas, transformador y no un simple recambio reformista
frente la derecha dedicada a recortar derechos y servicios es que la
candidatura de Podem que encabeza Rubén Martínez Dalmau tenga un resultado más
que bueno en las próximas elecciones del día 28 de abril.
Supongo que la
mayoría ya sabéis que yo forme parte de la candidatura de Podem. Formo parte de
ella porque quiero ayudar a su victoria. Hace hoy justo una semana, aunque
nuestras coincidencias vienen de muy atrás, me plantearon la posibilidad de ir
como independiente en el número 5 de la candidatura por Valencia y les dije que
sí.
Hay dos
movimientos poderosos que vienen a cambiar el mundo en las próximos años y
estos son el feminismo y el ecologismo. El camino para avanzar en ellos es la
profundización democrática. Democracia, feminismo y ecologismo son las tres
patas del cambio radical que necesita nuestra sociedad, el que tenemos que
ganar en las urnas el día 28 y el que puede salvar el mundo, haciéndolo más
justo, más igual y más saludable.
Del verano de
2015 a febrero de 2018 fui Secretario Autonómico de Medio Ambiente del Gobierno
de la Generalitat. Cometí errores, sí, y tuve aciertos, espero; de ambos hubo,
pero lo que si es seguro es que fueron dos años y medio en los que pusimos en
marcha una verdadera política medioambiental.
Las políticas
ecologistas no son un barniz verde a la política de siempre. La ecología
política es una manera de hacer transversal que afecta a todos los órdenes de
la vida, también a toda la gestión de una administración, y que pretende que la
actividad humana se desarrolle dentro de los márgenes de la sostenibilidad,
dentro de las capacidades del planeta.
Las políticas
verdes, cuando quieren ser más que el barniz del que hablaba, son un vector de
cambio profundo que afecta de raíz al modelo energético, al modelo productivo,
en definitiva, al modelo económico. Por ello las resistencias de los poderes
establecidos son tan fuertes ante las políticas verdes transformadoras. Y eso
es con lo que nos encontramos. Topamos con un poderes económicos que no aceptaban
que en temas de urbanismo, de residuos, de movilidad, de actividades
contaminantes o de protección del territorio pusiéramos los intereses generales
por delante de los particulares; ellos, que están acostumbrados a mandar
gobierne quien gobierne, no entendían lo que estaba pasando. Y claro,
presionaron donde tocaba, y acabamos fuera de la Secretaría Autonómica.
El primer
Gobierno del Botánico constituido por PSPV y Compromís ha hecho las cosas mucho
mejor y más honradamente que el PP en los anteriores 20 años pero, en temas
medioambientales, y no sólo en estos, ha demostrado que tenía su umbral de
exigencia por debajo de lo que había comprometido con la gente, en sus
programas, en sus mítines y en el propio pacto de legislatura. Hacer las cosas
mejor no es suficiente, un cambio político profundo reclama también hacer las
cosas de otro modo.
Podem, y yo he
sido un espectador privilegiado de lo que digo, ha sido en estos últimos cuatro
años el mayor impulsor de las políticas medioambientales desde Les Corts. Las
demandas de Podemos, personificadas especialmente en Beatriu Gascó, han
intentado que el Botánico cumpliera con la ecología, que llegara allí donde
dijo que iba. Y no se ha podido.
El trabajo de
Podem, sus propuestas, sus iniciativas desde 2015 hasta el final de la
legislatura, han evidenciado todas las limitaciones del Gobierno valenciano en
temas ambientales. Ha faltado determinación y valentía y se han dejado sin
rematar muchos proyectos marcadamente verdes que ahora corren el peligro de
quedar en nada si Podem no gana protagonismo en el próximo Botánico.
Ir a las
concentraciones contra el Cambio Climático y hacer declaraciones de gran
preocupación no es suficiente. Hay que pasar de las palabras a los hechos. Y
por eso, he aceptado la oferta de Podemos, para añadirme al empuje que el
partido ha mostrado en la pasada legislatura y ayudar a que, esta vez sí, el
nuevo gobierno de progreso valenciano tenga las políticas verdes como eje
fundamental de la su tarea. Yo las tuve durante dos años y medio desde el
Gobierno; Podemos, cuatro desde las Cortes, la suma es, pues, bastante natural.
Comienzo a trabajar por el mejor resultado posible en las elecciones del 28 de
abril y voy a ir contando desde aquí cómo van las cosas.