La
jornada la empecé ayer en mi despacho con una entrevista, junto al
director general del Agua, Manuel Aldeguer, con el alcalde de la
localidad castellonense de Vilafranca del Cid, Óscar Tena, que venía
a interesarse por la tramitación de un proyecto fundamental para su
municipio: el de un nuevo pozo de agua. Se trata de un proyecto que
permitirá solucionar un grave problema que padecen, porque desde
hace muchos años, demasiados, cuando llega el verano, deben
abastecer a la población con camiones cuba y el servicio a la
ciudadanía queda bajo mínimos.
Además,
en Vilafranca está la fábrica de "Marie Claire" que
necesita también el agua para su producción textil, especialmente
para todo aquello que tiene que ver con los tintes. En la "Marie
Claire" trabajan cerca de 500 personas.
El
proyecto del nuevo pozo viene de lejos y, hasta ahora, no se había
impulsado de manera decidida. Representa una inversión cercana a los
900.000 euros y, si todo va bien, las obras podrían comenzar a
finales de verano y estar finalizadas para el año que viene, para
2018.
Tras
la reunión con Óscar Tena me desplacé hasta Sueca, acompañado
también por el director general del Agua, Manuel Aldeguer, para
participar en la tradicional suelta de aguas que da inicio a la
campaña del arroz en la Albufera. Es una ceremonia que reúne a los
que trabajan el arrozal de la Albufera y a muchos cargos
institucionales, y ayer la presidió la consellera Elena Cebrián.
En
la Casa Cano de Múzquiz de Sueca, tuve la oportunidad de comprobar
la satisfacción con la que se ha acogido el reciente acuerdo que
alcanzamos en la Junta de la Albufera sobre los niveles de agua del
lago. Tenemos que seguir por este camino. Las políticas de mejora
medioambiental son una herramienta de acuerdo y de futuro. Nadie está
por destruir aquello de lo que vive, ni el espacio en el que vive.
Nuestra responsabilidad es evidenciar que el equilibrio entre los
diferentes intereses no es un resto sino una suma de la que todos
salimos beneficiados.
Nunca
había estado en la suelta de aguas. Es un espectáculo de
organización, de cultura, de historia. Un engranaje perfecto con
cientos de años a sus espaldas que impresiona cuando uno lo ve
ponerse en marcha. Agua del río Júcar que debe terminar en el lago
de la Albufera tras haber acariciado los campos de arroz. No nos
podemos olvidar del Júcar, sin él nada sería posible, él es el
origen de todo. Desde las instituciones hemos de garantizar que la
joya natural que es la Albufera y su entorno se mantenga durante
muchísimos años más y mejore.
La
tarde, al menos la parte final, la pasé en el despacho, preparando
temas y redactando el informe que el sábado presentaré ante la Mesa
de País de VerdsEquo. Son dos años de Gobierno del Botánico, dos
años de cambio en medio de una situación política complicada pero
apasionante. Una situación que puede y debe servir para consolidar
el tránsito de nuestras instituciones del servicio a los poderosos a
la defensa del interés general.
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