Como
todos los viernes, ayer empezamos la jornada con una reunión de todo
el equipo de directores generales de la Secretaría Autonómica.
Hicimos
un repaso detallado de los diferentes temas más urgentes que
llevamos entre manos y, también, de las cuestiones que tenemos que
acabar de resolver en los próximos días. Pasado un año y medio
desde el inicio de nuestra labor, muchas iniciativas que, en ese
momento, no pasaban de ser una semilla sembrada, ahora comienzan a
dar sus frutos... y os puedo asegurar que es una sensación muy
reconfortante. No quiere decir esto que vayamos a quedarnos sin
trabajo, al contrario, cada iniciativa que se traduce en realidad
abre la puerta a una nueva posibilidad de mejorar en algún otro
aspecto y, por tanto, aumenta el trabajo.
A
continuación, en el despacho de la consellera Elena Cebrián, nos
reunimos con los responsables de SIGFITO, la entidad gestora de los
envases industriales y comerciales de productos de uso agrario.
En
2016, en Valencia, donde hay 445 puntos de recogida, se recogieron
casi 450.000 kilos de estos envases, claramente por debajo de la
media estatal. Nos plantearon diferentes cuestiones sobre el control
de la trazabilidad de los envases y sobre las irregularidades que se
dan en este sector. Quedamos en trabajar de forma coordinada para
aumentar el reciclaje de esos envases, así como también participar
en los planes de comunicación necesarios para dar los mejores
resultados posibles en la recogida.
Antes
de comer, dos periodistas de Valencia Plaza, Xavi Moret y Dani
Valero, me entrevistaron durante un buen rato. La mayoría de las
preguntas que me hicieron giraban esencialmente sobre dos temas:
Puerto Mediterráneo y gestión de envases. De forma resumida os diré
que, sobre el no a Puerto Mediterráneo, les contesté que sólo
respondió a que no se ajustaba a la Ley, y respecto a los envases,
que nuestro proyecto basado en el depósito, la devolución y el
retorno (SDDR) sigue adelante dentro de un proceso participativo y de
diálogo en el que llevamos casi un año. Nuestro modelo es un fiel
reflejo de aquellos países que mejor están gestionando sus envases,
evitando el abandono masivo por su territorio, un hecho con graves
consecuencias sanitarias y medioambientales que no tienen porqué
pagar las generaciones futuras. Si en las conversaciones que
mantenemos alguien aporta y concreta alguna alternativa mejor,
obviamente, la haremos nuestra y la incorporaremos a nuestra acción
de Gobierno.
Para
terminar, un par de esos trámites administrativos que son tan lentos
como importantes y que vienen a hacer realidad esos proyectos y
propuestas que, poco a poco, se van materializando.
En
las últimas horas ya se ha publicado en el Diario Oficial de la Generalitat el inicio
del procedimiento para declarar la Sierra de Escalona y la Dehesa de
Campoamor Paisaje Protegido. Se trata de una figura de protección
que nos permitirá avanzar en el cuidado y la gestión de este
valioso territorio mientras se hace todo el proceso para declararlo
Parque Natural. Sierra de Escalona, un espacio compartido por San
Miguel de Salinas, Orihuela y Pilar de la Horadada, será en un par
de años el Parque Natural número 23 de la Comunitat Valenciana.
La
segunda cosa es que ya tenemos lista la autorización para el inicio
de las obras de sellado del vertedero de La Murada, la instalación
que durante años y más años fue acumulando basura y más basura
sobre actuaciones y más actuaciones irregulares, sin que los
Gobiernos del PP, muy próximos al propietario del vertedero, Ángel
Fenoll, hicieran nada por evitarlo. Con el paso del tiempo, la
situación se convirtió en un grave problema medioambiental y
sanitario que los vecinos de la zona siempre denunciaron.
Ahora
empezaremos el proceso de sellado y se acabarán las molestias, como
por ejemplo, la aparición de lixiviados. Sellado el vertedero de La
Murada, sobre el que hay todavía causas judiciales pendientes, que
ya veremos cómo acaban, y en marcha el proceso para construir
plantas de transferencia en Orihuela y Guardamar del Segura, parece
evidente que la gestión de la basura en la Vega Baja empieza a pasar
de la crónica negra, la de la mafia y la vergüenza, a un relato de
esperanza.
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