Ayer no fue para nada un día
sencillo.
El Partido Socialista votó
conjuntamente con el PP en las Cortes Valencianas contra la decisión
del Gobierno del Botánico de buscar alternativas a la variante de la
carretera de Pedralba que la Diputación, en tiempos de Rus, había
diseñado por dentro del Parque Natural del Turia . Los Parques
Naturales no son para hacer carreteras, la ley lo dice de manera
clara y, más aún, cuando hay alternativas.
De otra parte, un grupo de vecinos de
Buñol y su entorno se concentraron ante la Conselleria para pedirnos
el final de la quema de residuos en la cementera de Buñol. Nosotros
estamos de acuerdo con la demanda y, como les hemos explicado en
muchas reuniones, nuestra política va en esa dirección, pero ni por
ley, ni por necesidades de gestión, se puede hacer de un día para
otro. Lo que sí está en proceso es la reducción al máximo de la
quema de residuos peligrosos y el control del resto. Hay que recordar
que si no se queman residuos no peligrosos, la alternativa es el
coque de petróleo, la peor variedad de combustible.
Y la tercera cosa que quería
comentar hace referencia a la batida de caza de hace unas semanas en Ayora, sobre
la que ayer recibí diferentes observaciones por las redes sociales.
Vivimos, debido a la falta de depredradores y de la fuerte sequía que padecemos, una sobrepoblación de diferentes especies que, además,
buscan la comida en las zonas de cultivo o, incluso, muy cerca de los
núcleos de población. No me resulta nada agradable ver matanza
alguna de animales, sabemos, y estamos trabajando en ese sentido, que
se puede optar por capturas y traslados, pero, actualmente, no estamos
en condiciones de emprender estas iniciativas. Fueron una cincuentena
de animales (ciervos y jabalíes, sobre todo) en una cacería de
carácter excepcional que permitimos después de muchas y muchas
demandas de agricultores que nos demuestran con pruebas inapelables
los problemas que les causa esta sobrepoblación.
Sabemos que el interés general es la
suma de muchos intereses particulares que, muchas veces son
contradictorios. Nuestro compromiso es respetar ese interés general,
meter en él el máximo de satisfacción de los diferentes intereses
particulares existentes y, siempre, siendo fieles a lo que
defendíamos cuando pedíamos el voto en tiempo de elecciones. No es
sencillo pero no vamos a cambiar el rumbo.
Tampoco es sencillo, ni mucho menos,
resolver el tema de la basura en la Vega Baja, pero en eso tampoco
vamos a tirar la toalla.
Ayer estuve en la zona, a ella me
refería con el título de este escrito, y, sin embargo, fue una
visita satisfactoria y estimulante.
Satisfactoria porque empezamos a ver
los resultados de una política de residuos que ha pasado del patrón
de enfrentamiento y mafia al de participación y respeto escrupuloso
de la ley, y estimulante porque nos queda mucho por hacer.
En Guardamar el Segura me reuní,
junto con el director de Vaersa, Vicent Garcia, con el alcalde de la
localidad, José Luis Sáez, y una parte de su equipo de Gobierno
para revisar el proyecto de instalación de una planta de
transferencia de basura. Será la primera instalación ligada a la
gestión de la basura en toda al comarca. Ahora no hay ni una. Será
una estación que permitirá una gestión ordenada de los residuos, que
ahorrará mucho movimiento de camiones y que supondrá una inversión
de más de 5 millones de euros, la creación de una decena de puestos
de trabajo y compensaciones económicas para el municipio.
Primero nos reunimos en el
Ayuntamiento y, posteriormente, fuimos a la zona oeste del término,
a unos tres kilómetros del núcleo urbano, en un espacio donde en su
día hubo vertederos incontrolados, para ver la ubicación exacta donde irá la instalación.
Los trabajos más importantes son de adecuación del terreno ya que la planta es simplemente una cinta
transportadora que traslada la basura de los pequeños camiones de
recogida (camiones de una media de 4 toneladas) a los que la llevan hasta las plantas de tratamiento (camiones de más de 20
toneladas).
La segunda parte de la visita a la
Vega Baja también fue con motivo de un hecho destacable: por fin,
después de muchísimos años, la Generalitat ha empezado a sellar el
vertedero de Proambiente en La Murada, en Orihuela. Se trata del
vertedero de Ángel Fenoll, un empresario tan cercano al PP que fue
cómplice de Luis Fernando Cartagena en el robo de 50.000 euros a
unas monjas de la población y, después, también fue condenado por
compra de votos a favor del Partido Popular.
Estamos sellando alrededor de 15.000
metros cuadrados de un vertedero cargado de irregularidades y, ahora,
abandonado. Costará cerca de 800.000 euros y poco más de cuatro
meses de trabajos. Acabaremos así con los continuos incendios que se suceden en el vertedero y también con los ríos de lixiviados que
aparecen cada vez que llueve o, por la razón que sea, cada vez que sube el nivel
freático de las aguas subterráneas.
Ayer, junto con el alcalde de
Orihuela, Emilio Bascuñana, fuimos a ver el inicio de estos trabajos
de sellado.
El problema es que queda mucho por
hacer. El espacio que estamos trabajando es sólo una parte pequeña
de la destroza existente. Visitar aquella vieja instalación de
Proambiente y su entorno es como entrar en el infierno. Cuánta
complicidad de las administraciones se necesita para acabar con un
destrozo como el que pudimos observar. Cuántos alcaldes, cuántos
consejeros, cuántos funcionarios, cuánta gente miró hacia otro
lado mientras se enterraban toneladas y toneladas de basura de manera
incontrolada.
Estar en esa zona de La Murada es
como estar ante los restos de un gran naufragio. Se calcula que
puede haber hasta tres millones de toneladas de basura enterradas de
manera ilegal. No se sabe exactamente lo que hay. Estamos haciendo prospecciones
para descubrirlo pero nos llevará muchos meses, y para arreglarlo,
necesitaremos aún más tiempo y mucho dinero. Lo tenemos que
conseguir y que lo pague quien ha provocado esta destroza pero no puede
ser que, por cualquier rincón de aquellas montañas, broten ríos de
lixiviados, ríos de veneno, que contaminan todo lo que tocan y que
nos avergüenzan a todos. Árboles muertos, tierra yerma, nuestra
salud en peligro. Evitar que nunca más vuelva a suceder algo parecido
justifica toda una acción política.
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