El
pasado fin de semana, el sábado para ser más exactos, estuve en Villar
del Arzobispo, en la comarca valenciana de La Serranía, para
participar en unas jornadas sobre minería a cielo abierto y
desarrollo sostenible.
Es
una problemática grave que se arrastra desde hace muchos años en
toda la comarca. Se trata de una actividad económica potente, que ha
dado mucho dinero a los pueblos de la zona pero que también los ha
deteriorado mucho medioambientalmente. Las minas a cielo abierto
están cerca del pueblo de Villar, junto a sus depósitos de agua, y
cada vez más vecinos ven con preocupación cómo puede afectar el
polvo en suspensión a su salud, especialmente a la de los más mayores y a la de
los más jóvenes.
Es
evidente que hay intereses particulares que defienden el
mantenimiento de las explotaciones como siempre. Menos control
significa mayores beneficios pero, desde la administración pública,
debemos buscar la manera de compaginar todos los intereses
particulares con el interés general para que prevalezca la
protección medioambiental y, sobre todo, el cuidado de la salud de
las personas.
Nuestra Conselleria tiene pocas competencias al respecto, ni somos los
responsables de Minas, ni somos los responsables municipales de
actividades... Lo que sí es responsabilidad nuestra es controlar la
calidad del aire, y en eso estamos. Hemos tenido durante meses una
estación de control en el centro de la localidad y ahora pondremos
una segunda en un lugar del casco urbano más próximo a las
explotaciones. Informaremos con la máxima transparencia sobre los
resultados obtenidos y actuaremos en consecuencia.
Ayer
lunes fui hasta Castellón, primero a Alcora y después a la capital de la Plana. En
la pedanía de la Hoya de Alcora, junto con la consellera Elena
Cebrián y el director territorial Antonio García, entre otros,
visitamos la depuradora que está a punto de entrar en funcionamiento
en esta población. Se trata de una instalación
pequeña que tiene el terciario con filtro natural a base de carrizo.
Es una depuradora que ha superado mil líos pero que, definitivamente,
se ha acabado, y en la que se han invertido unos 600.000 euros.
La
visita a Castellón nos permitió mantener un breve encuentro con su
alcaldesa, Amparo Marco, y ofrecer una rueda de prensa de
presentación de diferentes inversiones, sobre todo en temas de agua,
en las diferentes comarcas castellonenses. La consellera Elena Cebrián explicó el importante volumen inversor de la Generalitat en
la provincia. Sólo en depuración, estamos hablando de más de 22
millones de euros, con los que se mejorarán los servicios de unos
40 municipios (que se dice pronto). Asimismo, y por primera vez en los últimos
12 años, la Generalitat invertirá directamente en los Consorcios
de Residuos, e instalará además nuevas estaciones de medición de calidad
del aire en los puntos más sensibles de la provincia. Ante
los periodistas se hizo una detallada explicación de las inversiones también en
temas de abastecimiento a través de la Dirección General del Agua
y, por ejemplo, en Prevención de Incendios se anunció un nuevo
observatorio en el Desert de les Palmes.
Aprovechando
la visita nos reunimos también con la alcaldesa de San Mateu, Ana
Besalduch, que nos explicó los graves problemas que tienen con
diferentes caminos rurales de la población que, por sus
características, sufren mucho desgaste por la acción combinada del
tiempo y el paso de camiones. Son caminos con mucho tráfico por las
granjas de la zona y cada vez que llueve quedan muy dañados. El
objetivo es buscar una fórmula que, sin asfaltar, pueda
garantizar el buen estado de los caminos por mucho tiempo. La
alcaldesa fue la que, medio en broma medio en serio, nos dijo que ya
era hora de que se notara que Castellón existe.
Ya
por la tarde en Valencia, me dediqué a poner a punto la agenda de
las próximas semanas, a revisar con mis colaboradores los
principales acuerdos del Seminario de Sagunto del Consell
(sobre todo en lo que se refiere a legislación pendiente) y a ponerme al día sobre otras cuestiones en marcha.
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