Acaba
una semana que ha sido más de trabajo interno que de reuniones con
instituciones, agentes sociales o visitas. Ayer viernes comenzamos el
día con la reunión del Consejo de Dirección de la Secretaría
Autonómica que, de nuevo, tuvo como tema central los presupuestos
para 2017. En Medio Ambiente y Cambio Climático el aumento que
planteamos ronda el 10%, después vendrá el inevitable ajuste de
Hacienda que, seguramente, nos rebajará un par de puntos. Nunca las
subidas son las que esperamos (y necesitamos) pero es obligado tener
en cuenta que estamos recuperándonos de los brutales recortes de la
época del PP. Sólo un ejemplo: entre 2010 y 2015, la Dirección General de Medio Natural perdió el 80% de su presupuesto y ahora
estamos intentando rehacerlo. El año pasado aumentamos casi un 4% y
este año estamos en casi un 20. Para 2017 hablamos de pasar de 25 a
30 millones de euros. Lo que quiere decir que, a pesar de los
esfuerzos, en dos años sólo habremos recuperado una cuarta parte de
los recortes.
También
revisamos la agenda para las próximas semanas que llega “cargadita”, sobre todo por lo que hace referencia a Calidad
Ambiental y Cambio Climático. En un mes tendremos Comisión
Interdepartamental de Cambio Climático, nueva Cátedra sobre esta
cuestión con la Universidad Politécnica de Valencia, Consejo de
Expertos, Jornadas sobre Envases y presencia en la Cumbre del Clima
que se celebra en Marruecos.
Sin
poder escapar de los presupuestos, después de tratar el tema de
Medio Ambiente, tuvimos una reunión idéntica en el despacho de la
consellera Elena Cebrián con el secretario autonómico de
Agricultura, Francisco Rodríguez Mulero, y el subsecretario, Josep
Moratal. Nos movemos, en conjunto, en cifras y porcentajes parecidos
a los que he comentado antes. La semana que viene será clave para
cerrar los números definitivos.
Las
discusiones sobre presupuestos no son las que más me gustan. Cierto
es que cuando hablamos de presupuestos hablamos de política pero,
son tantas las limitaciones por culpa de la pésima financiación que
padecemos los valencianos, que es imposible quedar mínimamente
satisfecho y tranquilo respecto al servicio que podemos ofrecer a la
ciudadanía.
En
la reunión también revisamos la reversión de la balsa del Toscar
que el PP, a un mes de las pasadas elecciones autonómicas, cedió de
forma irregular a la Junta Central de Usuarios del Vinalopó. El
problema no radica en a quién se encargó su gestión sino en la entrega de un
dominio público cuya cesión, legalmente, es imposible. Ahora se
revertirá ese acto y, con todos los agentes e instituciones, desde
la Conselleria, planificaremos como toca la explotación del trasvase
Júcar-Vinalopó.
Antes
de comer tuve un par de entrevistas sobre residuos y árboles
monumentales. En este último tema se ha generado cierto revuelo
informativo debido al despido de un trabajador de la Diputación de
Valencia. He visto en los medios alguna frase del estilo “se
abandonan los árboles monumentales”. Nada más lejos de la
realidad, las competencias son de la Generalitat, y sólo dos datos:
En 2014 la atención a estos árboles tenía cero euros de
presupuesto, en 2017 superará los 200.000 euros. De 2015 a 2016,
pasaremos de 880 árboles catalogados a casi 1.600.
Ya
por la tarde estuve en el Espai Rambleta, en el barrio de San
Marcelino de Valencia, donde disfruté del documental “Astral”,
obra de la factoría “Salvados” de Jordi Évole.
![]() |
En Espai Rambleta (Valencia) viendo el documental "Astral", de Jordi Évole |
Un trabajo muy
necesario sobre el cementerio humano en el que se ha convertido el
Mediterráneo, donde miles de personas se juegan la vida a diario
huyendo del hambre y de las guerras con la esperanza de encontrar en
Europa una vida más digna. El reportaje recoge el trabajo de
voluntarios de la sociedad civil, ONG's, que se lanzan al mar para
salvar las vidas que tan poco parecen preocupar a nuestros más altos
dirigentes. Seguramente si los que quedasen a la deriva en medio del
mar, 150 en una miserable barca de goma, tres o cuatro mil en un día,
fueran blancos y no negros, británicos en vez de africanos, se les
prestaría mucha más atención... y no digamos si en vez de ser
ciudadanos anónimos (los “nadies” que decía Galeano) fueran los
hijos de Rajoy, los padres de la Merkel o los hermanos de Renzi.
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