
De izquierda a derecha, el presidente del Senado, Pío García Escudero; la reina Letizia y la periodista Carmen del Riego. (Foto: Casa Real).
Esperaba que ayer alguien comentara algo sobre las palabras de la reina Letizia durante el acto de entrega del premio de periodismo Luis Carandell a la corresponsal en Madrid de "La Vanguardia" y presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Carmen del Riego, pero no he visto nada. Así lo diré yo: que, tal como está el periodismo, tenga que venir la excompañera de informativos del símbolo más reciente de la manipulación informativa (la cómplice de Alfredo Urdaci) a dar lecciones sobre ética periodística es vergonzoso; y que nadie reaccione, es la muestra de que la profesión está, todavía, peor de lo que parece.
La foto que ilustra el artículo no deja lugar a dudas. El premio, supuestamente, reconoce el valor del periodismo y el compromiso profesional del premiado. Pues bien, quien aplaude a la izquierda es Pío García Escudero, presidente del Senado, que es la institución que otorga el galardón. En primer lugar, que sea el "poder político" el que da el premio ya resulta sospechoso, cuando el periodismo para lo que sirve es, precisamente, para controlar (o sea, molestar) al poder. Pero es que además, Escudero pertenece a un partido, el PP, caracterizado por la persecución y depuración de periodistas, por la manipulación de TVE y por la compra sistemática de voluntades en los medios privados. Por si esto fuera poco, quien ejerce de "maestra de ceremonias" del acto es la reina Letizia, periodista antes de ser pareja del entonces príncipe Felipe, que pronucnió un discurso en el que, entre otras cosas, dijo:
"Permítanme que vuelva la mirada a todos los periodistas valientes que dicen no, que se plantan, a esos redactores que no van sólo por ir, los que mantienen la independencia. A esos periodistas que protegen el oficio y lo miman a base de seriedad, rigor y verdad".
Viniendo de quien durante meses fue una cara visible de los informativos de TVE dirigidos por Alfredo Urdaci, en tiempos de José María Aznar, como presidente del Gobierno, estas palabras resultan, en el mejor de los casos, una broma pesada. El periodismo no está para aguantar tanta hipocresía.
Alfredo Urdaci y Letizia Ortiz, en 2003, cuando presentaban conjuntamente la 2a. Edición del Telediario de TVE. (Foto: TVE)
En su discurso de ayer, la reina glosó la importancia de los periodistas "que no van solo por ir", sin que se sepa que aportaba ella en los tiempos referidos más allá de su pose de busto parlante con Urdaci al lado. Se supone que debía compartir todos los criterios que en esos momentos imperaban en TVE ya que, ayer, también se refirió al valor de "mantener la independencia".
Cabe imaginar que la reina Letizia, rodeada de aduladores y aplausos, pasó por alto lo sorprendente que resulta oírle hablar de proteger el periodismo a quien puso cara a unos informativos que llegaron a tener sentencias judiciales en contra por falsear la verdad. Remató con lo de "seriedad, rigor y verdad" y yo pensé que, bueno, seriedad, vale, porque ella no se reía mientras nos colaba las mentiras del gobierno Aznar; rigor, se referiría al que aplicaba para cumplir órdenes, pero lo de verdad, eso, en su trabajo de aquellos tiempos, no asomaba por ningún lado.
Añadiré que escuchar defender el valor del periodismo a alguien que representa una institución como la monarquía española, tan hermética, tan poco transparente y tan dada a amenazar y presionar cuando no le gusta alguna cosa publicada, resulta hiriente.
Lo que son las cosas, Alfredo Urdaci se ha convertido en el paradigma de la manipulación y la censura informativa en la televisión española, en el gran referente del uso de los medios públicos por parte del poder político y, en cambio, su compañera de informativo, la ahora reina, se dedica a repartir premios de ética periodística.
De todas formas, para que se vea que, pese a todo, sus trayectorias no han sido tan desiguales, hay que destacar que las viejas instituciones españolas han hecho sitio para los dos: Letizia Ortiz ha acabado en la Familia Real y Urdaci, dirigiendo los informativos televisivos de la Conferencia Episcopal.
Lo dicho, la profesión está muy mal... Y de la premiada, presidenta de la Asociación de la Prensa y agasajada por el poder, hablaremos en otra ocasión.