
Cuando ya no sabemos qué decir apelamos a la necesidad de un gran Pacto de Estado; que los dos grandes partidos, juntos, PP y PSOE de la mano, nos saquen del agujero en el que estamos. Es una ingenuidad. Es la apelación al "todos a una", como aquel "podemos" con el que se anima en el fútbol. Nos atenaza el miedo y pensamos (queremos pensar) que la solución está en que "papá y mamá" dejen de discutir y remen en la misma dirección. Como niños. Es falso. El PP y el PSOE ya están de acuerdo, ya tienen el gran pacto. Lo que sucede es que lo esconden, mienten para que pensemos que las cosas pueden cambiar sin cambiar de actores, para que nos creamos que esto aún da más de si, que todavía hay esperanza y que la esperanza son ellos. Mentira.
Solo podemos acercarnos a la realidad si nos alejamos de los titulares de los grandes medios, de los discursos que más se oyen, si apartamos un poco el ruido para atender a los hechos. Olvidemos lo que dicen, o decían, unos y otros mientras están, o estaban, en la oposición. Fijémonos en lo que hacen cuando llegan al gobierno; o sea, lo mismo. Así, nos daremos cuenta de que el gran Pacto de Estado ya está en vigor y es contra nosotros, contra la gente normal; no contra los que se reparten las stock options, ni contra los que cazan elefantes, ni contra los que van a los palcos de los clubs de moda, ni contra los que tienen chofer o viajan en coche oficial.
¿Qué más pacto queremos? ¿Qué más pacto se puede esperar? Apartemos el ruido al que tanto contribuyen los grandes medios y escucharemos mucho mejor. Veremos que el 95% de las disputas entre el PP y el PSOE son fuegos artificiales, que las alternativas están fuera de ellos, aunque casi no aparezcan en "El País", en "El Mundo", en "TVE", en "La Vanguardia" o en la "SER". Es obligado buscar alternativas, hacerlo para estar mínimamente a la altura de los que lucharon antes que nosotros y para que los que vengan después, nuestros hijos, no nos lo echen en cara.
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